‘Melodías para el Recuerdo’: una aventura sonora entre generaciones.

Estudiantes de música de la Escuela Superior Reina Sofía y mayores del barrio, al compás para recuperar la memoria musical.

‘Melodías para el Recuerdo’: una aventura sonora entre generaciones.
Estudiantes de música de la Escuela Superior Reina Sofía y mayores de San Cristóbal en Auditorio Sony.

Estudiantes de música de la Escuela Superior Reina Sofía y mayores del barrio, al compás para recuperar la memoria musical.

En San Cristóbal, una sinfonía de emociones y recuerdos ha resonado gracias a una iniciativa única que fusiona la juventud y la experiencia. En una colaboración entre la Escuela Superior de Música del Reina Sofía, la Fundación Montemadrid y EY se ha llevado a cabo el taller “Melodías para el Recuerdo”, un proyecto que ha puesto de manifiesto el poder de la música como una poderosa herramienta terapéutica que contribuye significativamente al bienestar integral de los mayores.

Durante distintos talleres en la Casa San Cristóbal, nueve mayores del barrio se sumergieron en un mundo de melodías y ritmos, guiados por estudiantes de música ansiosos por compartir su pasión. El objetivo: demostrar que la música no solo es un medio de entretenimiento, sino también una herramienta que proporciona importantes beneficios físicos, cognitivos y emocionales, y que no hay edad ni límites para disfrutar de ella.

ABRIR LOS CORAZONES

La música, esa lengua universal capaz de abrir puertas en los corazones más cerrados, se ha convertido en el vínculo entre generaciones. Canciones seleccionadas con mimo por los propios participantes, como Clavelitos, el chotis Madrid o Bésame mucho, sirvieron como hilo conductor de un viaje en el tiempo, recordando momentos vividos y emociones compartidas.

Álvaro Moreno (contrabajo), Margherita Brodski (flautista) y Marc Ferrando (pianista) tuvieron la iniciativa de realizar este proyecto dentro de la asignatura de emprendimiento e innovación social que la Escuela Superior de Música Reina Sofía ofrece en su Máster en Interpretación Musical. El objetivo de este innovador programa, además del impacto social, es dotar al alumnado de capacidades, más allá de la música, para abordar su carrera profesional.

Desde una perspectiva física, participar en actividades musicales como tocar instrumentos o cantar puede ayudar a mejorar la movilidad, la coordinación motora y la fuerza muscular. Además, la práctica musical estimula el cerebro de forma única, fortaleciendo las conexiones neuronales y ejercitando la memoria, la atención y otras funciones cognitivas.

Pero quizás, el aspecto más significativo de la música para las personas mayores, y el núcleo de este proyecto, es su capacidad para despertar emociones, fomentar la interacción social y combatir la soledad y la depresión. “Me ha encantado, tengo 87 años, pero me han quitado 10 de encima”, decía Pilar Martín Fuentes, una de las participantes del taller.

BENEFICIOS

La música evoca recuerdos (de ahí el título del taller), estimula la creatividad y promueve un sentido de comunidad y pertenencia, lo que puede ser especialmente importante en etapas de la vida donde el aislamiento social es más común. Lo que comenzó como una experiencia musical se transformó en algo mucho más profundo. Los participantes, que en su mayoría carecían de conocimientos musicales, se aventuraron a explorar nuevos territorios sonoros, experimentando con instrumentos como el cajón o a cantar, bajo la atenta guía de los estudiantes. La música se convirtió así en un instrumento de expresión y conexión, trascendiendo barreras generacionales y lingüísticas.

En palabras de Pepa Jiménez Pérez, otra de las participantes del taller, “en mi vida pensé que podría llegar a hacer algo así, pero ha sido una experiencia inolvidable”. Pero la magia no terminó en los talleres. Dos espectáculos musicales, uno en la Casa San Cristóbal y otro en el prestigioso Auditorio Sony de la Escuela, amplificaron la resonancia de esta experiencia única. Vecinos del barrio, familiares de los participantes y más de 50 mayores de diversas fundaciones se unieron en un coro de aplausos y emoción, acompañados por voluntarios de EY, testigos privilegiados de cómo la música puede tejer lazos indestructibles entre desconocidos.

“Melodías para el Recuerdo” ha sido mucho más que un taller de música. Ha sido un testimonio vivo del poder transformador que esta tiene, y de cómo es capaz de sanar heridas emocionales, despertar recuerdos olvidados y unir a comunidades. En un mundo cada vez más dividido, esta experiencia nos recuerda que la música sigue siendo el lenguaje más universal de todos, capaz de unirnos en un abrazo sonoro que trasciende barreras y generaciones.